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Hagamos un lugar al padre

EPAS educ. autocuidado salud; 9(4): 26-9, dic. 1992

Elizabeth Martínez Aliaga.
Matrona y Enfermera Matrona
H. Clínico P. U. Católica.
Marcoleta 347.

La integración del hombre durante el parto forma parte de un proceso de cambio de hábitos sociales, en relación a la forma en que vivimos nuestra sexualidad .

Desde hace varias décadas en el mundo entero, vivimos un proceso de flexibilización de los roles sexuales.

Sin embargo, mujeres y hombres aún somos afectados en todos los ámbitos de la vida por un modelo de comportamiento que, muchas veces, nos hace actuar en contra de nuestra verdadera naturaleza. Son pautas de conductas que nos impiden vivir en plenitud nuestros valores más esenciales.

La transmisión de los roles sexuales se produce, principalmente, al interior de la familia, elementos funcional de la sociedad que forma a la gran mayoría de los seres humanos (cualquiera sea su condición social, sexo, religión, etc .). Por tanto nadie está ajeno a esta realidad.

La familia se origina con el nacimiento de los hijos, donde los modelos de mujer y hombre serán imitados, inexorablemente, de generación en generación.

SITUACION CHILENA

Los grados de desarrollo del proceso de flexibilización son diferentes en cada país. Están íntimamente relacionados con la cultura, nivel socioeconómico y situación política de cada lugar.

En Chile, parte importante de las mujeres están gravemente afectadas en su salud física y mental. Este fenómeno es producto de la sobrecarga de roles que cumplen al interior de la familia y de la sociedad.

Los hombres, principalmente preocupados de su trabajo, y – aparentemente – menos perjudicados que la mujer por la rigidez de los roles sexuales, empiezan a comprender progresivamente que están al margen de hechos trascendentales de su vida, en los cuales desean participar en forma diferente de como lo han hecho hasta ahora .

La participación del hombre durante el parto, es una clara manifestación de la rigidez de los roles sexuales. En efecto, alrededor del nacimiento nos encontramos con que la atención en salud, las leyes y la sociedad en su conjunto están focalizados casi exclusivamente en la madre y el hijo o hija. Esta polarización niega la presencia y participación del padre en el inicio de la constitución de la familia; de esta forma se establecen límites y conductas que posteriormente serán muy difíciles de modificar.

Podríamos decir, entonces, que la desigualdad en los grados de participación del hombre y la mujer en relación al hijo, se establecen temporalmente, en el período de embarazo y tienden a permanecer .

Para graficar este hecho, observemos someramente lo que ocurre a lo largo del embarazo, parto y puerperio.

La madre asiste a control de embarazo sola y, en el mejor de los casos, participa en un curso de preparación al parto que por diversas razones excluye al padre.

Durante el parto mismo, el hombre carece de un espacio físico, tanto en la sala de prepartos como de partos. Por eso si está presente aparece casi como un intruso o como un invitado. A veces durante el parto se desmaya, exponiéndose a accidentes, alterando el desarrollo normal de los acontecimientos y entonces, todo concluye con una gran frustración.

En el puerperio, el padre tiene un horario fijo de visitas que suele ser incompatible con su horario de trabajo .

En la casa, durante el período de lactancia, la madre hace uso de su postnatal y se encarga casi exclusivamente de la crianza de los hijos. Por su parte, el hombre continúa centrado en su trabajo y así comienza a ver crecer a sus hijos con un grado de participación relativa e insuficiente.

Por otro lado, el equipo de salud puede estar consciente de la importancia de la participación del padre en la acogida del hijo. Pero muchas veces no cuenta con los medios ni con la preparación adecuada para tales efectos.

En algunos hospitales la presencia del padre en el parto es permitida, pero al no existir una preparación ni un espacio físico real, este hecho pierde consistencia.

LOS NECESARIOS CAMBIOS

La incorporación del padre durante el parto conlleva transformaciones profundas de la atención en salud. Tales cambios se inician con una nueva filosofía a un ejercicio pleno del quehacer profesional .

La creación de una nueva racionalidad en la Obstetricia debe estar de acuerdo con los procesos sociales que vivimos.

Esto se traduce en construir un (1) espacio psicoprofiláctico en el contexto del nacimiento, que posibilite el desarrollo gradual del proceso de la Maternidad y de la Paternidad en la acogida del R.N. En este marco la presencia activa de la mujer y del hombre son igualmente legítimas y sobre todo, necesarias.

El primer paso para alcanzar esta meta es la reflexión que conduzca inevitablemente a la revisión y ampliación de los conceptos .

Así, la psicoprofilaxis obstétrica se convertirá en una entidad educativa transformadora: parto en nacimiento, madre en pareja, curso de preparación al parto en talleres de preparación al nacimiento, etc.

La preparación al nacimiento considera como proceso único y contínuo al embarazo, parto y puerperio en forma integral .

La formación de los hijos como elemento educativo, es la resultante natural de la incorporación del padre al nacimiento – que marca el inicio de la familia – y nos convierte a nosotras, matronas y enfermeras matronas en educadoras dentro del ámbito de la sexualidad humana y en agentes de transformación de las relaciones familiares.

Complementariamente para concretar este movimiento, es necesaria una legislación que facilite la participación del padre en el nacimiento: feriado el día del parto, postnatales optativos para el padre, licencia médica para el padre en caso de enfermedad del hijo, permiso laboral para asistir a talleres de preparación al nacimiento.

Esto último también es sólido para la madre que trabaja.

Además la formación académica de los profesionales de la salud debe asignarles una mayor importancia a la Psicoprofilaxis obstétrica y, a la vez, enriquecer los objetivos fundamentales de esta disciplina.

Para legitimar plenamente la presencia de padre en el embarazo, parto y puerperio, es necesario que el equipo de salud y el binomio padre-hijo concedan espacios y protagonismo.

Para tales efectos, se debe producir Un reordenamiento de los donde unos ceden y otros acceden .
Tanto la madre como el equipo de salud, deben aprender a perder el control total de la situación, y a crear una modalidad centrados en el compartir.

FUNCIONES DE LA MATRONA

Desde nuestra perspectiva, parte sustantiva de la labor que debe ejercer la matrona para implementar este proyecto, son los siguientes desafíos:

a) Liderar este proceso de cambio de los hábitos sociales, al interior del equipo de salud.

Si la conducta de la matrona es consistente, el equipo de salud asumirá plenamente este modelo de acción.

La condición de liderazgo de la matrona y enfermera matrona, se debe a que son las profesionales con la formación integral – necesaria y especializada – para implementar esta tarea.

b) Reorientar su función, orientándose al ejercicio de rol de acompañante del nacimiento ceder parte de su espacio al hombre .

Nuestro rol no deja de ser importante en ese nuevo marco . Al contrario, nuestra función adquiere mayor riqueza, tanto en lo humano como en lo específicamente profesional.

c) Incorporar al padre como un miembro más del equipo de salud .

La matrona debe cumplir con una función integradora, y facilitar la relación con los otros participantes del equipo de salud .

La forma en que la matrona abre espacios al padre, se comunica con él y lo acoge, es fundamental para producir un efecto positivo en el equipo de salud.

d) Promover y difundir, en diferentes ámbitos, la importancia de la presencia activa del padre en el proceso de embarazo, parto y puerperio.

e) Estimular la búsqueda de nuevos métodos psicoprofilácticos de preparación al nacimiento y dirigidas a la pareja .

Crear nuevos métodos de carácter integrador, que sean gratificantes de ejercer para la pareja y los profesionales. Es importante medir la eficacia de estos trabajos y desarrollar investigaciones. No hay que temer al cambio de gestos y practicar que se van repetido por años.

f) Preparar al padre y a la madre en pareja, a lo largo del embarazo y puerperio, a través de programar educativos de enfoque multidisciplinario.

Proveer a la pareja de elementos y técnicas psicoprofilácticos que puedan emplear autónomamente a lo largo del proceso, de acuerdo a sus necesidades.

g) Escuchar a la pareja, permitiéndoles desarrollar y expresar su derecho a la palabra . Los padres tienen mucho que decir. La manifestación de sus necesidades y deseos, puede responder a muchas de la dudas que tenemos en relación a la planificación de nuestras actividades profesionales, especialmente en el campo de la confección de programas educativos.

IMPORTANCIA DE UNA PRESENCIA REAL

La presencia del padre en el nacimiento de los hijos es fundamental para el fortalecimiento y desarrollo de la pareja y de la familia.

En el parto, nadie puede ayudar más a una madre que el apoyo directo y concreto de su pareja. Este apoyo, basado en el conocimiento y los lazos de amor de ambas personas, no lo puede reemplazar el equipo de salud. El padre satisface las necesidades emocionales y afectivas de la mujer, en un momento crucial para ambos: el nacimiento de un hijo.

En este sentido el especialista norteamericano Carl Janes, señala que “la presencia del padre en el parto, o de otra persona significativa para la mujer, puede ayudar a acortar el trabajo de parto, disminuir las complicaciones y producir menos dolor que aquellas pacientes que no cuentan con una compañía significativa”.

El doctor Kennel dice que la presencia de un apoyo aumenta la actividad uterina y el flujo sanguíneo, reduciendo el grado de stress hormonal. Las madres acompañadas de seres significativos, acarician, sonríen y conversan con sus nuevos hijos, más que las madres que han carecido de esa presencia. La compañía humana durante el parto es de importancia capital, y debe estar presente en todos los hospitales”. Janes agrega que “los padres que asisten al parto, adoptan más fácilmente el rol de padres” (2).

Citemos un ejemplo que demuestra estos fenómenos y revela las múltiples posibilidades de creación de formas de apoyo a la mujer, que el padre puede construir durante el parto.

Durante un turno de noche, Maribel ingresó a la sala de prepartos de la Maternidad del Hospital Clínico de la Universidad Católica . Era una joven de 21 años, primer embarazo, en trabajo de parto inicial. La paciente estaba con contracciones uterinas dolorosas y las condiciones obstétricas no permitían la instalación de anestesia. A pesar de usar una buena técnica respiratoria, tenía dolor, conscientes de la necesidad de esperar para la administración de la anestesia, Maribel solicitó la presencia de su marido.

Así, apareció un joven algo asustado, de lenguaje juvenil y aspecto muy moderno: Carlos se sentó al lado de Maribel, la saludó con afecto y le tomó la mano. Luego observamos que estaban contentos y que conversaban animadamente entre contracción y contracción. Nos retiramos. Posteriormente, al regresar para controlar a la paciente, sorprendimos a Carlos -siempre sosteniendo amorosamente la mano de Maribel- cantándole un romántico bolero, mientras ella respiraba durante una contracción uterina.

¿Sabría Carlos que uno de los más modernos métodos psicoprofilácticos es la musicoterapia?.